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          El arte de enojarse


    A un conocido le preguntaron si no quería tomar el examen de “Anger Management” (El manejo del enojo). Él con una sonrisa,
    respondió que no necesitaba eso, ya que el era una persona bien tranquila. Pero tomo el examen y quedo sorprendió al
    escuchar que, él tenía el típico perfil de un asesino en serie…

    “Pero no te enojes” le dijeron. Sonrió y dijo “no me estoy enojando”. “Mira, relájate, no tienes porque tomarlo a mal, calmado”.
    Levantó las manos y dijo “pero porque me dices que me calme, si estoy calmado”. El instructor le tomo las manos y dijo al
    mismo tiempo “calmado, baja las manos y no te enojes…”

    Cuando el lo platicaba, yo estaba muerto de risa. ¡El hombre lo estaba enojando a propósito! para ver cómo manejaba él, el
    enojo. Pero mi amigo luchaba por mantener la calma y no enojarse para según él, demostrar que sí sabia lidiar con el enojo.
    Se volvió a sorprender cuando el hombre le dijo que: manejar el enojo, no necesariamente significa no enojarse. Sino,
    enojarse bien. Es decir, de la manera correcta. Enojarse pero canalizar, dominar, controlar la situación. Manifestar y desahogar
    su enojo, pero sin causar daños extremos o herir a las personas. Quien guarda el enojo como tu, corre el peligro de explotar
    un día y cometer una locura.

    Cuando le han faltado el respeto a una esposa y ella dice en su mente “No voy a decir nada porque no quiero agrandar los
    problemas”. En realidad no esta haciendo algo bueno. Sino dañándose a sí misma y a su esposo, porque él pensará que lo
    puede seguir haciendo. Aunque esto vaya contra su propio mal. Ya que tarde o temprano, los policías o la misma vida, se
    encargaran de hacerle justicia.

    Había un pasaje bíblico que me inspiraba a enseñar que uno “tiene permiso” para enojarse, siempre y cuando no se incurra
    en pecado o daños personales “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” Efesios 4:26. Pero hace
    poco, gracias a Max Lucado descubrí otro, que ya se convirtió en mi favorito, porque la enseñanza viene directamente de
    nuestro Maestro.

    ¿Jesús enojado? Si, pero no un Jesús loco. Vera usted, yo siempre creí que la limpieza general que realizo Jesús en el
    templo, había sido un arranque de celos, un enojo extremo al ver que, aquellos que habían sido escogidos para ministrar en el
    templo, se aprovechaban de su privilegio, para hacer comercio con la fe del pueblo. Pero en realidad, fue un acto de enojo
    planeado y controlado.

    De acuerdo con Marcos 11:11. Jesús entró en el templo un día antes y “habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya
    anochecía, se fue a Betania con los doce”. Como dijo el gringo ¡wow! Que templanza, que gran enseñanza, que dominio propio
    el de nuestro Maestro.

    La próxima vez que enfrentes un conflicto, toma aire, respira profundo, cuenta hasta diez. Pero no te quedes con ese enojo. No
    es bueno que quien te hizo enojar, ignore lo sucedido. Menos si esa persona necesita hacer algunas correcciones en el trato
    hacia tu persona. Pero recuerda, toma tiempo para escuchar, observar y después pensar en como y cuando será tu reacción.
    Tú necesitas hacer correcciones y desahogarte. Jesús así lo hizo al día siguiente.

    Marcos 11:15 “Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y
    compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y no consentía que
    nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno. Y les enseñaba, diciendo: ¿Como está escrito: Mi casa será llamada
    casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.”

    #1 Sabía lo que venía a hacer y lo hizo. No dijo “Hoy amanecí de buenas, ya se me paso el enojo, ahí dejo la cuenta pendiente
    para cuando se me ofrezca”.
    #2 No consentía que nadie atravesase el templo. Es decir, no hizo su “show” y se esfumo. Permaneció allí, con la frente en alto
    y firme en su decisión.
    #3 Enseñaba. No solo se enojo sin dar una solución, sino que dijo como debían de ser las cosas.

    En algunas películas sobre esta escena. Normalmente Jesús dura un par de minutos y luego casi sale huyendo… Pero en los
    cuatro evangelios de la Biblia, no se registra eso. Es más, Marcos 11:19 dice que “al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad”.
    Estuvo allí todo el día.

    Es decir, tenemos derecho a enojarnos por los insultos, las injusticias, etc. A planear como vamos a reaccionar y hacerlo. Pero
    no a decirle al jefe sus verdades y después renunciar, no ha decirle a tu cónyuge sus errores y acto seguido irte de la casa.
    Haz y di lo que sea necesario, en el tono necesario, con firmeza, pero sin gritar, con autoridad, pero sin humillar. Y luego
    quédate a luchar por lo que es tuyo.

    Si lees todo el capitulo 11 de Marcos, te sorprenderá que después de semejante actuación. Al siguiente día… si, acertaste.
    Jesús se vuelve a aparecer en el Templo. Si tú creías que los buenos no se enojan, estabas equivocado. Si tú creías que para
    agradar a Dios lo correcto es aguantar todo lo que te hagan, estabas mal.

    Aun para tu salud no es bueno suprimir el enojo. Un estudio de La Dr. Tesy De Biase arrojo que “En las parejas que suprimían
    los enojos, el índice de mortalidad temprana, principalmente por factores cardiovasculares, fue del 23%. Pero entre los
    miembros de parejas capaces de enfrentar el conflicto, resolver diferencias y las crisis, fue de sólo el 6%”. Es decir, desahogar
    tu enojo para corregir los errores, puede salvarte la vida.

    Por otra parte, el Profesor Harburg dijo: “La ira reprimida, la imposibilidad de canalizar adecuadamente el enojo y las
    interacciones hostiles dentro de la pareja, son fuente de estrés con un poder devastador, que se refleja en una variada gama
    de síntomas físicos y psíquicos”.

    Pero recuerda, no debemos irnos al otro extremo, porque si tu le das rienda suelta a tu ira gritando y peleando, tu presión
    arterial puede subir de manera espectacular y como escribió el Dr. Siegman. “el enojo crónico podría literalmente matarte”.

    Si tu no puedes controlar tu enojo, hay un centro de ayuda gubernamental llamado SAMHSA. Ahí puedes llamar (877) 767-8432
    y pedir una copia gratuita y en español del programa “El manejo del enojo”. Que Dios te bendiga y ya no le hagas caso al
    Chavo del 8 “Bueno, pero no se enoje…”


    Escrito por:
    Melvin Chacón
    Director de Grabaciones Musife
    Miembro de Iglesia del Nazareno
    (818) 904-0398
    melvin.chacon@musife.com