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Abuso Sexual Parte V Llegar al perdón y declarar que vales
un favor al agresor. Pero la realidad es que el verdadero perdón, es un acto sublime que libera de la ira y del rencor, es un acto exclusivo de los seres espiritualmente superiores y que beneficia principalmente a quien lo otorga. Una vez que la persona supera “la negación”, “la crisis depresiva” y “la ira”. Debe dar ese cuarto paso para vivir la completa sanidad del alma. Cuando alguien ha sido abusado, es normal que sienta deseos de venganza, rencor y amargura. También es comprensible que pierda el deseo de vivir y el amor propio, la confianza en la gente y los sueños de tener un hogar. Es claro que ha sufrido profundamente y quiera hacer pagar al culpable. Pero mandar a la silla eléctrica a quien le daño, no sanara el dolor en su alma. Solamente el perdón puede llevar a una persona a la renovación del amor propio y del amor a Dios. El perdón verdadero son las cenizas de la ira. Una persona que ha perdonado, es capaz de bendecir a su agresor y pedirle a Dios por el. Quien perdona de corazón, se hace un favor a si mismo. Perdonar una humillación inmerecida es de valientes, y quien lo hace engrandece y bendice su vida. Cuando Jesús enseño a orar a sus discípulos, les dijo que así como querían que Dios les perdonara, debían ellos de perdonar. Y El nos dio un gran ejemplo del perdón, cuando efectuaba el sacrificio más grande que jamás el mundo mereció. Cuando Jesús estuvo ocupando nuestro lugar en la cruz, pagando una deuda que nos pertenecía; toda la raza humana debió rasgar sus vestidos e inclinar su rostro a tierra y darle gracias por su sacrificio; Pero en lugar de eso, aquellas personas se burlaron de El y le escarnecieron. Pero Jesús venció todos aquellos ataques, cuando nos dio aquel gran ejemplo de lo que había enseñado: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen…” Quienes le escarnecieron, sabían lo que hacían y a la vez no. Conocían el presente mas desconocían las consecuencias de sus actos. Asimismo quien abusa de una persona sabe que esta haciendo mal, pero desconoce las maldiciones presentes y eternas que esta trayendo a su vida. No malgastes tus energías maldiciendo a quien te ha herido, suficiente tiene con el juicio de Dios; tu perdónale de corazón y deja que Dios trate con el. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Para dar este paso, puedes orar más o menos así: Padre bueno que estas en los cielos, tú sabes que he sido herida y humillada de la forma más vil que puede existir. Tú conoces que tal acción ha afectado mi vida y mi alma tan profundamente que no he podido disfrutar de la vida. Tu conoces a la persona que me ha causado todo este daño y seguramente sabrás como tratar con el. Aunque para mi es muy difícil decir esto, en el nombre de Jesús, yo perdono de todo corazón a (di el nombre) por el daño que me ha causado. El no lo merece, al igual que yo no merecía tu perdón. Pero hoy, con tu ayuda, lo perdono de todo corazón así como tú me has perdonado, y declaro mi vida libre de rencor y amargura. Declaro que mi vida es bendecida y libre de complejos para poder amarte a ti, amarme a mi misma y amar libremente mi futuro esposo. En el nombre de Jesús, amen. Una vez que hayas perdonado, declara que tu vida vale igual o más que antes, he aquí un ejemplo extraído del libro “Mujeres en conquista”: Estoy aquí para hacer unas aclaraciones. Abusaron sexualmente de mí, es verdad, pero quiero decirles que no estoy de acuerdo en ser tratada con desprecio, lastima o burlas. Lo que a mi me paso, yo lo considero como un accidente. Es algo parecido a haber sido atropellada por un camión. ¿A quien de ustedes le gustaría ir por la banqueta y que de repente un camion perdiera el control, se subiera a la acera y los atropellara? ¿A quien le gustaría sufrir un accidente así? ¡Pues a mi me ocurrió! Fui atropellada y sufrí lesiones graves. Físicas y emocionales. Y estuve en tratamiento físico y emocional. La terapia de rehabilitación fue dolorosa y tuve que vivirla y llorarla y sufrirla día a día, paso a paso. Ahora estoy sana. Vengo a notificárselos y a declararlo. Nadie me ha echado a peder la existencia. Nadie me ha mancillado para siempre. ¡Vengo a decirles que tengo una vida hermosa y que soy una mujer integra! Lo que me ocurrió no me hace una persona de menor calidad. Al contrario. Después del accidente tengo una madurez y perspectiva de las cosas que muchos de ustedes no tienen. Me he levantado del lodo. He crecido. He aprendido a amar a perdonar y a luchar por mis ideales. Mi sexualidad y mi dignidad están intactas. Soy valiosa, decente y noble como cualquiera de ustedes o incluso más que muchos de ustedes. Cuando me vean o se topen conmigo no me traten con lastima o desprecio. ¡No tienen derecho a hacerlo! Ustedes demuestren, con sus actos lo valiosa que es su vida y yo haré lo mismo con l amia. ¡Reconozco que estuve pisoteada, humillada y tirada en el suelo, pero ahora, me siento orgullosa de mí, tengo la cabeza en alto y estoy de pie! Que Dios te bendiga. Escrito por: Melvin Chacón Instructor de Noviazgo y Sexualidad Por el Instituto de Lideres Integrales. Miembro de Iglesia del Nazareno en Panorama City. (818) 904-0398 melvin.chacon@musife.com |