No me refiero a las personas que “alquilan” a su pareja, ni a los casados que compran placer en la calle. Sino a quienes practican la “compra y venta” en el hogar. 2 Ejemplos:
tener intimidad con su esposo aumentó con los años; mientras que el de su esposo ha menguado. Ella viste provocativa, usa perfumes pero nada parece motivar a su galán. El se excusa diciendo que viene cansado del trabajo, que lo deje dormir. Pero él recuerda que quiere hacer un viaje y empieza la negociación. Finalmente ella le da “permiso” y él la recompensa con un momento de placer. Ella sabe que pago En otra casa, el esposo es más joven; a penas cumplió 23 años y su potencia sexual esta en su máxima expresión… Desea estar con su esposa todos los días y a todas horas. Pero ella, joven de a penas 20 años, aun no termina de comprender las diferencias hormonales entre un hombre y una mujer. Para complicar el asunto, el sufre de eyaculación precoz, por lo tanto, la mayoría de las veces no satisface a su compañera. Así que ella lo evita lo más que puede: Un día le “duele” la cabeza, otro la espalda, otro se duerme temprano o esta en su periodo… Pero el cambio de temporada le “favorece” al joven y el Mall pone en especial el vestido de moda. El se lo compra y entonces ella deja que el sacie sus instintos. Son muchos y variados los casos, pero la esencia es la misma: “Si me das lo que quiero, te doy lo que quieres”: Prostitución en el matrimonio. Ante este problema polémico y egoísta, es bueno saber que La Palabra de Dios, La Biblia, tiene una buena respuesta para todo: “El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido” 1 Corintios 7:3 Aunque estemos viviendo tiempos de “autoservicio”, cumplir con el cónyuge, va mucho más allá de “despachar” una necesidad fisiológica. Cumplir tiene que ver con tiempo, buena atención, actitud y voluntad. Las relaciones íntimas en el matrimonio, no deben ser una comida rápida, un premio, una recompensa o un pago; sino un momento de entrega incondicional. Cumplir es satisfacer y quedar satisfecho. Planear, tomar la iniciativa, acariciar, sentir, disfrutar y provocar. Vivir un momento de entrega. Es llegar a la cama temprano, con alegría y energía. Es darle prioridad al momento en que se hacen una sola carne. Pocas cosas unen tanto un matrimonio, como un encuentro intimo de pasión y entrega mutua. No rebajes nunca tu persona vendiendo tu intimidad. No maltrates uno de los regalos más bellos que Dios le ha dado al ser humano. Si tú pareja o tú tienen disfunciones sexuales, o nunca has podido disfrutar a plenitud ese encuentro; busca ayuda profesional y no te resignes a una vida intima insatisfecha, porque la plenitud en el matrimonio, es parte del plan de Dios. Cumplir tiene que ver con regalar rosas, hacer masajes y llenar los oídos de palabras amorosas. Querido lector. Cumple tu parte con amor, nunca le pongas precio a tu intimidad, porque las ventas solo se hacen en los mercados y en ellos la competencia siempre da más por menos… Si tratas a tu cónyuge como a un cliente, tarde o temprano la competencia te lo puede ganar. Escrito por: Melvin Chacón |
Prostitución en el Matrimonio |